sábado, 31 de diciembre de 2016

La importancia de la lógica en las ciencias sociales


Hablar de ciencias sociales causa aún polémica entre algunos círculos intelectuales. Principalmente porque se consideran como ciencias únicamente aquellos conocimientos demostrables y bajo leyes objetivas. Aún cuando las llamadas ciencias exactas, tengan sus falencias al momento de demostrar muchos de sus conocimientos objetivos, no se puede negar que gozan de mayor prestigio al momento de denominar un conocimiento como científico.

Por el contrario las ciencias sociales tienen una trayectoria científica mucho más corta. Su principal falencia radica en su particular dificultad al momento de demostrar objetividad. Los científicos sociales requieren de un análisis abstracto que cae irreparablemente en la subjetividad. Sin embargo esta problemática complejiza mucho más el llegar a una verdad o demostración científica de algún acontecimiento social.
Sin embargo los medios de comunicación comienzan a incidir decididamente en un marcado desprestigio de la ciencia social, que a la vez se vuelve cada vez más popular. Los análisis económicos, políticos, sociológicos e históricos que llegan a través de los medios de comunicación tienden a sesgar la realidad, simplificándola y vulgarizando la riqueza del saber social.

Las guerras actuales por ejemplo, tienen particular legitimación por parte de grandes cadenas informativas que manipulan información constantemente. Las imágenes y datos subjetivos pretenden legitimidad mediante intelectuales financiados por sectores de poder particulares. El contrapeso de los medios alternativos, a pesar de ser menor va creciendo año con año y proporciona nuevos objetos de análisis e interpretación.

Es en este contexto donde la lógica puede ayudar a refrescar los análisis de ciencias sociales. La exigencia por argumentos mejor construidos, donde se basen no en datos subjetivos emitidos por instituciones financieras o políticas internacionales que defienden sus propios intereses. Mucho menos criterios basados únicamente en los datos que los medios de comunicación construyen artificialmente.

Es pues una relación compleja, donde la subjetividad de la ciencia social, deba construirse a partir de argumentos sólidamente construidos. La coherencia y orden del pensamiento fueron uno de los avances más exitosos de la filosofía antigua. Además constituyen la base de ciencias exactas como la matemática. Pero la ciencia social requiere de redescubrir esas reglas tan vigentes.

De esa manera se podrán construir también explicaciones sobre los sucesos mucho más coherentes, donde los intelectuales puedan realmente externalizar sus análisis sin ser presas de la información masiva cuyo principal fin es el entretenimiento. En conclusión la lógica sigue siendo uno de los instrumentos más poderosos para la producción del conocimiento. A pesar de los grandes avances tecnológicos, estos también traen consecuencias negativas que nos obligan a reflexionar sobre los aportes del pasado.

El otro punto que quiero tocar es más bien epistemológico. Retomando mi afirmación anterior, las ciencias sociales son vistas comúnmente como simples o de poca complejidad por el común de los estudiantes. Gran parte de esta afirmación radica en la creencia popular de que las ciencias sociales solo estimulan la memorización de conceptos, datos, fechas, etc. Mientras la construcción de la ciencia exacta como la física o química requiere de un ejercicio lógico riguroso.

Desafortunadamente dicha situación es producto del bajo nivel académico que ha caracterizado a las ciencias sociales en el ámbito escolar. Además de que en muchos casos los docentes están poco capacitados. La creencia de muchos aspirantes a estudiar ciencias sociales de que los estudios requerirán de mucha memorización, nada de lógica y que podrán ganar si son constantes en entrega de tareas y asistencia a clases.

Esto repercute a manera de círculo vicioso para producir escasos científicos sociales altamente calificados. Además está el factor socioeconómico que da un mal prestigio a esas profesiones por considerarse poco lucrativas o de difícil inserción laboral. Los futuros científicos sociales deben ser conscientes de ello. La lógica junto a la abstracción son las herramientas fundamentales para la construcción de conocimiento científico.

El primero nos permite la construcción de una explicación racional basada en argumentos rigurosos, y no en especulaciones, suposiciones o invenciones subjetivas. La segunda permite la comprensión de los fenómenos a partir de datos obtenidos.  El desprestigio de las ciencias sociales en el ámbito escolar, se debe a que en ellas no se enseña a abstraer, construir argumentos, aplicar la deducción, la inducción y evitar lo falaz.

Todo lo anterior parece propio de la ciencia formal y dura. Pues en la ciencia social ha bastado la simple opinión subjetiva y carente de argumento, la simple memorización de datos como: fechas, acontecimientos, nombres de países o lugares geográficos. Esto tiene como resultado la mala preparación de estudiantes que luego fracasan en la universidad, o en su defecto, si lograran conseguir titularse, cargar con la mediocridad profesional.

Otro elemento que considero crucial para esta problemática es la falta de un consenso entre entidades gubernamentales y círculos académicos sobre el papel de las ciencias sociales en el ámbito escolar. En mi experiencia, el sector político ha priorizado el conocimiento social como forma de creación identitaria, de un orgullo nacional basado muchas veces en un pasado mítico, donde poco importa lo que se aprende, pues lo importante serán las matemáticas, las ciencias y el lenguaje.

Existe otro sector, vinculado a la academia que busca formar profesionales que concienticen a los alumnos sobre la realidad social que viven. De esta manera, generar alumnos más interesados en los conocimientos sobre la sociedad, pues podrán verse identificados con ella. Sin embargo que a la larga en un mercado laboral que exige destrezas específicas, tendrán poca relevancia para el futuro de estos alumnos.

Más de alguna vez he escuchado que el conocimiento de la historia es muy útil para generar cultura, para conocer el país, o el común decir popular: “no cometer los mismos errores”, como si la dinámica social fuera producto exclusivamente de ensayo y error, dejando de lado la compleja contradicción entre clases sociales, intereses particulares, etc.

Esto deja mal parado el conocimiento social que a la larga resulta ser inútil en una sociedad que demanda ciudadanos con destrezas y aptitudes específicas. Aquí el aprendizaje de destrezas lecto – escritoras, numéricas, nuevos idiomas, razonamiento abstracto cobran especial relevancia. Por desgracia las ciencias sociales parecen no querer incidir en esas necesidades, pudiendo ser herramientas relevantes.

El científico social es ante todo un ser pensante, que debe dominar ampliamente el razonamiento abstracto, la emisión de argumentos coherentes, rigurosidad al momento de expresar opiniones y una amplia habilidad lectora; la capacidad de expresarse de manera oral y escrita, etc. Es esta la principal destreza de los verdaderos historiadores, abogados, economistas, sociólogos, politólogos, lingüistas, etc.

Solamente reformando la enseñanza de la ciencia social se podrá pelear por un mayor reconocimiento al trabajo realizado por sus especialistas. De lo contrario, seguirán siendo relegados como conocimientos interesantes, pero inútiles, tendientes a generar “cultura”, más no destrezas para insertarse en un mercado laboral cada vez más competitivo.