En el mundo occidental la construcción de los estados democráticos conllevó una lucha contra grupos conservadores, particularmente la Iglesia católica y la aristocracia. Los países desarrollados principalmente Francia proclaman los derechos humanos y construyen un modelo político fundamentado en los principios liberales, entre los más importantes se encuentra la laicidad del Estado.
En los países subdesarrollados, particularmente Latinoamérica las dificultades fueron mayores, pues persisten lazos conservadores fundados en alianzas con el clero, y sobre todo la mentalidad terrateniente basada en la coerción, que no respeta la libertad y los derechos. Cuando se aplicó el modelo republicano en Guatemala, a partir de 1847 persistía un gobierno conservador que mantenía privilegios para el clero, como tierras, el diezmo y el control de la educación.
La reforma liberal de 1871 significó una serie de cambios que promovieron la laicidad de la educación y expropiación de tierras al clero. Si bien muchas reformas eran necesarias para la construcción de una república liberal, no se tocó lo más importante, la estructura de propiedad oligárquica de la tierra, no se respetaron tampoco los derechos de los indígenas, en fin la república liberal era únicamente para los ladinos, la mayoría fue excluída.
Otra estrategia de los liberales fue introducir sectas protestantes para romper con el monopolio católico. Los gobiernos sustentados en este sistema oligárquico persisten, la democracia guatemalteca planteada a partir de los Acuerdos de Paz de 1996 ha permitido por lo menos existencia de elecciones libres, pero parece que los principios liberales aún no se entienden del todo.
La Constitución Política de la República de Guatemala promulgada en 1985 expresa la existencia de un estado que garantiza libertad religiosa, libertad de pensamiento, pero contiene privilegios exclusivos para la Iglesia Católica, tales como personalidad jurídica, y que el Estado podrá extenderle títulos de propiedad para los bienes que posee. Además plantea como optativa la educación religiosa en instituciones públicas, no menciona un carácter laico, el estado tampoco es laico en términos estrictos.
Esto puede ser aprovechado por líderes religiosos para intrometerse en el ámbito público, el ejemplo más claro y chocante fue la participación del pastor evangélico Harold Caballeros en los comicios de 2011, aún cuando la ley lo prohibía. La crisis del país es astutamente aprovechada por líderes religiosos como una oportunidad para ganar adeptos, para acumular espacios de poder aún por encima de las leyes. Aunque este no es el caso más importante, pues líderes católicos también toman partido en los procesos políticos.
La población en general no conoce la idea de "laicidad del Estado", pues en general posee poca educación, acceso a información, y la cultura conservadora y de pocos espacios para la libre expresión reproducen este círculo vicioso. Muchos ideólogos que se proclaman liberales únicamente se preocupan por defender los intereses de los grupos empresariales, de los oligopolios.
Las críticas al laicismo especialmente del estado están encabezadas hoy por Joseph Ratzinger quien prácticamente ha declarado la "guerra a los laicos". En realidad se debería tratar el tema de respetar los mandatos de casi todas las constituciones liberales, en donde hay que respetar a las religiones además de laicos y ateos. Puesto que todos los seres humanos tienen el derecho universal de pensar distinto, los límites también están contemplados en los mandatos constitucionales, esto no debe olvidarse.
Existen quienes irrespetuosamente proclaman que toda la población es "cristiana", cuando en realidad existen individuos o grupos que no comparten dicho término. Esto forma parte de la incapacidad para aplicar las leyes estipuladas o por la presión de conservadores para mantener los privilegios existentes. En este país se ve lejana la posibilidad para la construcción de un estado laico que genere un ambiente de legalidad para todos.
Al igual que en Guatemala otros países latinoamericanos se ven en desventaja para reivindicar o consolidar el carácter laico del Estado. Puesto que existen corporaciones internacionales que luchan por manipular la política interna de los países. En este sentido discusiones como el derecho reproductivo, entendido como la posibilidad de hombres y mujeres para decidir sobre su cuerpo queda relegada, reiteradamente se recurre a la consigna de "defender la familia" la cual es altamente conservadora.
Entonces alcanzar esa madurez en estos países resulta una tarea difícil, pero a pesar de todo es bastante factible. Requiere de un esfuerzo colectivo que integre diversos sectores progresistas.