Hablar de ciencias sociales causa aún polémica entre
algunos círculos intelectuales. Principalmente porque se consideran como
ciencias únicamente aquellos conocimientos demostrables y bajo leyes objetivas.
Aún cuando las llamadas ciencias exactas, tengan sus falencias al momento de
demostrar muchos de sus conocimientos objetivos, no se puede negar que gozan de
mayor prestigio al momento de denominar un conocimiento como científico.
Por el contrario las ciencias sociales tienen una
trayectoria científica mucho más corta. Su principal falencia radica en su
particular dificultad al momento de demostrar objetividad. Los científicos
sociales requieren de un análisis abstracto que cae irreparablemente en la
subjetividad. Sin embargo esta problemática complejiza mucho más el llegar a
una verdad o demostración científica de algún acontecimiento social.
Sin embargo los medios de comunicación comienzan a
incidir decididamente en un marcado desprestigio de la ciencia social, que a la
vez se vuelve cada vez más popular. Los análisis económicos, políticos,
sociológicos e históricos que llegan a través de los medios de comunicación
tienden a sesgar la realidad, simplificándola y vulgarizando la riqueza del
saber social.
Las guerras actuales por ejemplo, tienen particular
legitimación por parte de grandes cadenas informativas que manipulan
información constantemente. Las imágenes y datos subjetivos pretenden
legitimidad mediante intelectuales financiados por sectores de poder
particulares. El contrapeso de los medios alternativos, a pesar de ser menor va
creciendo año con año y proporciona nuevos objetos de análisis e
interpretación.
Es en este contexto donde la lógica puede ayudar a
refrescar los análisis de ciencias sociales. La exigencia por argumentos mejor
construidos, donde se basen no en datos subjetivos emitidos por instituciones
financieras o políticas internacionales que defienden sus propios intereses.
Mucho menos criterios basados únicamente en los datos que los medios de
comunicación construyen artificialmente.
Es pues una relación compleja, donde la subjetividad
de la ciencia social, deba construirse a partir de argumentos sólidamente
construidos. La coherencia y orden del pensamiento fueron uno de los avances
más exitosos de la filosofía antigua. Además constituyen la base de ciencias
exactas como la matemática. Pero la ciencia social requiere de redescubrir esas
reglas tan vigentes.
De esa manera se podrán construir también
explicaciones sobre los sucesos mucho más coherentes, donde los intelectuales
puedan realmente externalizar sus análisis sin ser presas de la información
masiva cuyo principal fin es el entretenimiento. En conclusión la lógica sigue
siendo uno de los instrumentos más poderosos para la producción del
conocimiento. A pesar de los grandes avances tecnológicos, estos también traen
consecuencias negativas que nos obligan a reflexionar sobre los aportes del
pasado.
El otro punto que quiero tocar es más bien
epistemológico. Retomando mi afirmación anterior, las ciencias sociales son
vistas comúnmente como simples o de poca complejidad por el común de los
estudiantes. Gran parte de esta afirmación radica en la creencia popular de que
las ciencias sociales solo estimulan la memorización de conceptos, datos,
fechas, etc. Mientras la construcción de la ciencia exacta como la física o
química requiere de un ejercicio lógico riguroso.
Desafortunadamente dicha situación es producto del
bajo nivel académico que ha caracterizado a las ciencias sociales en el ámbito
escolar. Además de que en muchos casos los docentes están poco capacitados. La
creencia de muchos aspirantes a estudiar ciencias sociales de que los estudios
requerirán de mucha memorización, nada de lógica y que podrán ganar si son
constantes en entrega de tareas y asistencia a clases.
Esto repercute a manera de círculo vicioso para
producir escasos científicos sociales altamente calificados. Además está el
factor socioeconómico que da un mal prestigio a esas profesiones por
considerarse poco lucrativas o de difícil inserción laboral. Los futuros
científicos sociales deben ser conscientes de ello. La lógica junto a la
abstracción son las herramientas fundamentales para la construcción de
conocimiento científico.
El primero nos permite la construcción de una explicación
racional basada en argumentos rigurosos, y no en especulaciones, suposiciones o
invenciones subjetivas. La segunda permite la comprensión de los fenómenos a
partir de datos obtenidos. El
desprestigio de las ciencias sociales en el ámbito escolar, se debe a que en
ellas no se enseña a abstraer, construir argumentos, aplicar la deducción, la
inducción y evitar lo falaz.
Todo lo anterior parece propio de la ciencia formal y
dura. Pues en la ciencia social ha bastado la simple opinión subjetiva y carente
de argumento, la simple memorización de datos como: fechas, acontecimientos,
nombres de países o lugares geográficos. Esto tiene como resultado la mala
preparación de estudiantes que luego fracasan en la universidad, o en su
defecto, si lograran conseguir titularse, cargar con la mediocridad
profesional.
Otro elemento que considero crucial para esta
problemática es la falta de un consenso entre entidades gubernamentales y
círculos académicos sobre el papel de las ciencias sociales en el ámbito
escolar. En mi experiencia, el sector político ha priorizado el conocimiento
social como forma de creación identitaria, de un orgullo nacional basado muchas
veces en un pasado mítico, donde poco importa lo que se aprende, pues lo
importante serán las matemáticas, las ciencias y el lenguaje.
Existe otro sector, vinculado a la academia que busca
formar profesionales que concienticen a los alumnos sobre la realidad social
que viven. De esta manera, generar alumnos más interesados en los conocimientos
sobre la sociedad, pues podrán verse identificados con ella. Sin embargo que a
la larga en un mercado laboral que exige destrezas específicas, tendrán poca
relevancia para el futuro de estos alumnos.
Más de alguna vez he escuchado que el conocimiento de
la historia es muy útil para generar cultura, para conocer el país, o el común
decir popular: “no cometer los mismos errores”, como si la dinámica social
fuera producto exclusivamente de ensayo y error, dejando de lado la compleja
contradicción entre clases sociales, intereses particulares, etc.
Esto deja mal parado el conocimiento social que a la
larga resulta ser inútil en una sociedad que demanda ciudadanos con destrezas y
aptitudes específicas. Aquí el aprendizaje de destrezas lecto – escritoras,
numéricas, nuevos idiomas, razonamiento abstracto cobran especial relevancia.
Por desgracia las ciencias sociales parecen no querer incidir en esas
necesidades, pudiendo ser herramientas relevantes.
El científico social es ante todo un ser pensante, que
debe dominar ampliamente el razonamiento abstracto, la emisión de argumentos
coherentes, rigurosidad al momento de expresar opiniones y una amplia habilidad
lectora; la capacidad de expresarse de manera oral y escrita, etc. Es esta la
principal destreza de los verdaderos historiadores, abogados, economistas,
sociólogos, politólogos, lingüistas, etc.
Solamente reformando la enseñanza de la ciencia social
se podrá pelear por un mayor reconocimiento al trabajo realizado por sus
especialistas. De lo contrario, seguirán siendo relegados como conocimientos
interesantes, pero inútiles, tendientes a generar “cultura”, más no destrezas
para insertarse en un mercado laboral cada vez más competitivo.