La
obra de Descartes “El Discurso del método” causó especial revuelo, precisamente
dado el contexto en el cual fue escrito. Fue publicado en 1637, una época aún
marcada por los resabios de la escolástica medieval. El principal elemento que
aportó dicha obra fue el uso de la razón como una forma de obtener
conocimientos.
Según
Descartes la razón es: “la facultad de juzgar bien y distinguir lo verdadero de
lo falso”. Así la fe deja de ser prioritaria, aunque el filósofo mantiene una
fuerte convicción católica, el uso de la razón ha abierto para esta época la
posibilidad para nuevos descubrimientos. La
Fleche fue la escuela jesuita donde este filósofo y matemática francés realizó
sus estudios. La lectura de los clásicos como Aristóteles le permitió una alta
formación intelectual. Sin embargo sería él mismo quien criticó dicha
preparación por poco científica. Es por ello que dedicó gran parte de su obra a
desarrollar un método para alcanzar el conocimiento por medio de la razón.
La
formalización del razonamiento es un claro ejemplo de la influencia
aristotélica. Los escolásticos le inculcaron la retórica, sin embargo
manifiesta que se debe razonar y ordenar el pensamiento para persuadir por
medio del discurso. Esto aunque la persona no tenga la suficiente formación en
retórica. Este es un avance importante que contradice la formación de la
Fleche.
Entonces
el conocimiento se obtiene por medio de la razón. La filosofía desarrollada por
un solo individuo es mejor, además cree que si los seres humanos fuesen guiados
desde su nacimiento por su razón sería mejor, pues tendrían juicios más sólidos
y no estuvieran gobernados por otros.Este
aporte es de suma importancia si se contextualiza la formación académica
actual. Los programas modernos para educación media eliminan la filosofía como
materia de estudio. Se prioriza la formación práctica, la obtención de
resultados, la reflexión sobre temas profundos y complejos queda aislada. Lo
mismo se intenta con las demás humanidades como: la literatura, la historia, la
economía, el arte, etc.
Tradicionalmente
conocidas como materias que priorizan la memorización de datos antes que la
reflexión crítica, las humanidades se han visto muy devaluadas en parte debido
a los mismos encargados de impartirlas. Quienes mantienen esta formación como
un conocimiento anquilosado e inútil. La filosofía ha sido la más perjudicada
pues su subsistencia en el programa escolar pende de un hilo.
Entonces
aunque se de valor al razonamiento formal, este se desliga de los problemas
filosóficos, tales como: la existencia, el conocimiento, la moral, Dios, etc.
Prosiguiendo con la obra de Descartes, existe una crítica hacia dos clases de
espíritus que llega a clasificar de esta manera:
Primero
están los que: “creyéndose más hábiles de lo que son no pueden contener la
precipitación de sus juicios ni tener bastante paciencia para conducir
ordenadamente todos sus pensamientos. Si
una vez hubiesen dudado de los principios que han recibido permanecerían
extraviados toda su vida”. Este
plano creo pertenece a casi todos los que hemos recibido una educación en un
sistema estandarizado. El experto en educación Ken Robinson es un crítico de
ese modelo fundado desde la revolución industrial. El cual ha permitido la
educación de las masas, pero donde existe un orden de prioridades, donde las
matemáticas y las ciencias deben ser superiores a las humanidades, y estás a su
vez deben ser prioritarias a las artes. Robinson critica la poca valoración que
se da a la creatividad, y la excesiva priorización de resultados.
En
este sistema las notas deben reflejar la brillantez o ineptitud de un alumno.
Muchas veces se da poco valor a quienes poseen talentos diferentes a los
exclusivamente académicos. Por ejemplo, se valora a quien posee altas notas en
matemáticas, pero puede pasar desapercibido quien posea un especial talento
para la pintura, el dibujo o la poesía. En
este modelo educativo el docente es el centro de la formación. Los alumnos no
piensan por sí mismos, sino que deben plegarse a órdenes, formas de pensar
establecidas, modelos religiosos o patrones culturales. No hay espacio para la
duda, el cuestionamiento o la crítica. Se cree que los niños son más fáciles de
moldear y por ello se cree que deben seguir órdenes sin preguntar o cuestionar
por qué.
Los
que mejor se apegan a ese sistema en general serán los alumnos brillantes,
mientras quienes no se adapten en general serán considerados problemáticos o
incapaces. La duda para Descartes permite el conocimiento pues él mismo se
cuestionó la formación recibida en la Fleche, no importando que fuese una de
las mejores escuelas jesuitas de Francia en aquella época.
El
segundo tipo de espíritu son los que: “poseyendo bastante razón o modestia para
distinguir lo verdadero de lo falso deben contentarse con seguir las opiniones
de sus maestros antes que buscar por sí mismos otras mejores”. En este caso
creo que muchos pudimos en algún momento estar influidos por los maestros de
muchas maneras. Puesto que aquellos buenos formadores pueden llegar a despertar
admiración o interés.
Sin
embargo Descartes fomenta un cuestionamiento y una duda que son la fuente del
verdadero conocimiento. Para ello, los seres humanos deberían utilizar su razón
para buscar sus propias opiniones o ideas, en vez de absorber mecánicamente
todo lo obtenido. El problema es que el sistema educativo que tenemos
actualmente prioriza la repetición y el seguimiento de instrucciones.
Trata
de formar seres humanos como si fuese un proceso de embasar algún producto. El
mercado dicta los requerimientos y la escuela debe formarlos. En este contexto
llegan a existir carreras profesionales mejores que otras, o ciencias mejores
que otras. El uso de la razón y el pensar por sí mismo va mucho más allá de la
simple opinión, tener ideas propias requiere de especial esfuerzo y una
profundidad de análisis que requiere años.
Vivimos
en un contexto donde la abundancia de información puede ser una fuente
inagotable de conocimiento, pero al mismo tiempo puede eliminar la capacidad de
pensar por sí mismo y llevar a la persona a una especie de automatización. En
cuanto a la lógica manifiesta cuatro principios fundamentales que pueden ser
considerados base para su teoría del conocimiento:
-
El primero consiste en “no admitir como
verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era, no comprender en
los juicios nada más que lo que se presentase al espíritu en forma clara, que
no haya motivo para ponerlo en duda”. Este principio obliga a demostrar la
veracidad de las cosas para aceptarlas como nueva forma de conocimiento.
De esta manera sólo aquello que puede demostrarse
será digno de ser llamado conocimiento. Algo que imprime rigurosidad lógica,
pero solamente sobre los temas demostrables. En este caso serán prioritarias
las ciencias, en especial la matemática, pues posee esa ventaja sobre las
demás.
-
El segundo expresa que “hay que dividir
cada una de las dificultades a examinar en tantas partes como fuese posible y
cuantas requiriese su mejor solución”. Es otro principio bastante común en la
epistemología, en el proceso de investigación dividir el problema, permite
comprenderlo mejor y encontrar soluciones.
También es común la problematización, la cual
consiste en hacer preguntas al problema como parte del proceso epistemológico.
De esta forma es posible su delimitación y el diseño de una ruta efectiva para
la obtención de nuevos datos a partir del proceso de análisis.
- El tercero consiste en: “conducir
ordenadamente los pensamientos comenzando por lo más simple y fácil de conocer
para ir ascendiendo a lo más complejo”. Este principio es comúnmente aceptado
en los sistemas educativos, en especial porque se varía la dosificación de
conocimiento impartido. El problema es que Descartes se refiere a un proceso
de conocimiento a partir del pensar por sí mismo. En este sentido, el proceso
de investigación parte de lo conocido previamente, y de allí poder adentrarse mediante
abstracción en la comprensión de lo más complejo y desconocido.
- El cuarto consiste en: “hacer en todo
enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro de
no omitir nada”. En este sentido busca ordenar los conocimientos de forma sistemática
para evitar
que eviten el pasar desapercibido cualquier detalle.
De todas las ciencias son las matemáticas las
privilegiadas por ser capaces de demostrar los nuevos conocimientos. Pero los
principios anteriores han sido de gran ayuda en las ciencias sociales en
aquella época aún inexistentes como disciplinas académicas. Sin embargo las
ciencias sociales han aprovechado gran parte de estos principios para forjarse
como conocimientos rigurosos y útiles.
En todas las aportaciones de Descartes destaca la
gran influencia de Aristóteles como uno de los primeros científicos de la antigüedad.
La formalidad del razonamiento, la metodología para conocer, el análisis, etc.
Todos estos elementos aristotélicos dejan de ser ahora exclusivos de los temas
religiosos escolásticos y son aplicados a las ciencias exactas.
Las ciencias sociales mantienen una relación más
estrecha con la filosofía al carecer de instrumentos exactos. Dependen de la
abstracción, la dialéctica en algunos casos, y por su puesto la lógica. El debate
epistemológico está más presente, los principios de Descartes siguen siendo
base para los nuevos conocimientos también en estas ciencias, debido a la
necesidad de dudar, de ordenar metodológicamente los conocimientos, etc.
La formación escolástica antes criticada era un
obstáculo para el conocimiento de nuevas verdades. Por ejemplo, critica: “tampoco
he notado nunca que las disputas que suelen practicarse en las escuelas sirvan
para descubrir una verdad antes ignorada, pues esforzándose cada cual por
vencer a su adversario antes se ocupan en hacer valer la verosimilitud de lo
que afirman que en pesar las razones que cada cual alega”.
En este sentido la congruencia es más importante que
los argumentos científicos. Esto forma parte de la esencia intelectual de
Descartes. De esta manera la ciencia vuelve nuevamente a ser protagonista
principal, a requerir la rigurosidad y la solidez de argumentos pero que
mediante elementos metodológicos sean los correctos. Las discusiones
metafísicas quedan relegadas por la ciencia.
Sin embargo cuando revisamos la formación académica
actual, cada vez se da menos valor a dicha formación intelectual. La estandarización
educativa en las escuelas tiende muchas veces a disminuir el nivel de aprendizaje,
privilegiando la acumulación de conocimientos, dejando a un lado uno de los
grandes aportes de Descartes mediante su duda: el pensar por sí mismo.