lunes, 11 de abril de 2011

La fragilidad institucional de Guatemala y el terror como mecanismo de poder

En Guatemala para nadie es un secreto la falta de cultura democrática, el irrespeto a las leyes y el modelo autoritario, que se manifiesta de otras maneras, impide la verdadera libertad humana. Este principio liberal, proclamado y manipulado abiertamente por los académicos neoliberales dogmáticos, convierte a nuestra democracia en un verdadero concepto vacío.

La violencia, expresada como falta de seguridad, realmente no es un concepto novedoso. En este país son realmente pocos los ejemplos de libertad demcrática. Aún cuando se hable de paz, este término suena a burla para la mayoría de guatemaltecos. Y es que si revisamos la historia del país, nos daremos cuenta de que el terror, no es nada nuevo, viene siendo parte de la sociedad guatemalteca.

El escritor Carlos Figueroa Ibarra desarrolló hace algunas décadas un análisis llamativo sobre este tema. Plantea que el terror básicamente forma parte del proceso histórico nacional y viene siendo esencial para mantener el poder. Pareciera que esta afirmación sigue siendo valedera para nuestro tiempo. Sólo basta observar la indiferencia de las autoridades e incompetencia de los líderes políticos y empresariales para enfrentarla.

La libertad de expresión no es como dicen los ideólogos neoliberales del país. En realidad este concepto no se pone en práctica en la república. Una razón principal es el monopolio mediático, uno de los poderes más intocables en la actualidad y que ha sido duramente combatido en Venezuela, por esta razón es fácil encontrar en periódicos y televisión abundante información negativa sobre ese país, evidentemente ha sido tergiversada por estos.

Las instituciones en Guatemala están lejos de brindar confianza. Los pilares fundamentales del liberalismo, expresados en instituciones funcionales como justicia, leyes y autoridades competentes son aún una utopía. Por otra parte, la represión de las dictaduras militares del pasado retrasó el desarrollo de la organización social. Esta es una de las ventajas de las propuestas electorales autoritarias e irrespetuosas de la ley actualmente.

Y es que parece una orquesta donde cada grupo juega su papel. El objetivo de los medios es convertir la inseguridad en un espectáculo. De esta manera se perpetúa un sentimiento de desconfianza. Las autoridades son fácilmente corrompidas y los grupos de poder económico creen ser intocables, es decir que no tienen responsabilidad, cuando son los primeros en burlarse de las leyes e instituciones nacionales.

Ante este escenario la actual situación de violencia viene a ser una continuación de la lucha armada en el país. El objetivo bien simentado es mantener a la sociedad sometida al poder económico, manipulada por los sectores religiosos y mediáticos, y mientras persista una educación deficiente, parece que serán inútiles los pocos recursos exsitentes actualmente para una verdadera democracia.

Existen grupos elitistas que plantean diferentes propuestas de reforma, sin embargo, se trata nada más de destruir los pocos beneficios que la ley brinda a los más pobres. Mientras tanto los grupos de poder evitan ser cuestionados por su mal actuar, mantienen una sociedad en silencio o entretenida con vanalidades. Son realmente muy pocas las personas conscientes las que se atreven a desafiar el orden existente.

Uno de los recursos esenciales para formar una conciencia, es la información, por esto se encuentra monopolizada en el país. Pero existen formas alternativas y es necesario su uso. Existen también algunos periodistas más responsables que se atreven a cuestionar esta realidad. La verdad y el conocimiento son recursos esenciales para romper el silencio y el terror.

Esta realidad es posible cambiarla. Se requiere de una mayor participación social, la educación debe propiciar que los jóvenes aprendan a cuestionarse el mundo en que viven, es necesario formar en ellos la conciencia crítica. Este elemento siempre ha sido visto como peligroso y por esto es satanizado por los neoliberales fanáticos sumisos a las intervenciones imperialistas, por esto se requiere de responsabilidad para educar.

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