sábado, 19 de marzo de 2011

La ideología que quiere ser ciencia

Los monopolios informativos se han estado convirtiendo en poderosas armas de manipulación. Ha esto se suma la cada vez menor capacidad crítica que tiene el consumidor para debatir sobre las noticias que le son publicadas. Durante una entrevista en Moscú en el año 2010 el presidente ecuatoriano Rafael Correa dio una interesante declaración, le achacó a las cadenas de televisión presentar la ideología como si fuera una ciencia.

Aunque se pueden tener diferencias con las políticas internas del presidente de Ecuador no  deja de tener razón en esta declaración. Un ejemplo muy común en Latinoamérica es el peso cada vez mayor de la cadena CNN en español. Esta cadena, muy distinta a su versión en inglés que es mucho más objetiva, se ha venido transformando en portavoz de la oposición a los gobiernos izquierdistas latinoamericanos, es cada vez menos imparcial.

Es el primer ejemplo que quiero mostrar. A través de este canal se promueve una total campaña de desprestigio contra estos gobiernos. Tuvieron una campaña muy activa en el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya siendo abiertamente aliados de dicho movimiento, manipulaban las imágenes para sólo pudieras ver a los partidarios de Micheletti, para así creer que solo la oposición tenía apoyo, lucharon por justificar estas acciones, presentandolas  como una acción democrática.

En este acontecimiento fueron totalmente parciales y brindaron soporte informativo al levantamiento. Sin embargo, una manera de vender ideología como ciencia es utilizando a los expertos de la casa de CNN. Existen numerosas publicaciones hoy en día que se presentan como objetivas, ya que presentan datos concretos, pero tienen una base ideológica, es decir no son científicas, mucho menos objetivas.

Por ejemplo, los índices de competitividad que esta cadena propagó por todo el mundo hace unos meses. En donde países como Venezuela, entre otros ocuparon los últimos lugares. Sin embargo la competitividad se mide con parámetros ideológicos de libre mercado, es decir, midiendo la confianza de los inversionistas extranjeros en el país, por supuesto firmas selectas, las facilidades del gobierno para cierto tipo de inversiones y la tecnificación de la población.

Nada de lo anterior responde a criterios objetivos, sino todo lo contrario. Pero existe un especialista en vender lo digerido y hacerlo pasar por gran ciencia, el periodista argentino-estadounidense Andrés Oppenheimer radicado en Miami, y uno de los principales portavoces del anticastrismo y ahora del antichavismo en esa región. En primer lugar es un programa muy bien montado, siempre salen a relucir sus múltiples premios, como el Pullitzer, Rey de España, entre otros.

Sin embargo cuando miras el contenido real del programa es verdaderamente muy pobre, dirigido a personas con un bajísimo nivel académico. Es para personas acostumbradas a que la televisión les diga qué pensar, qué decir y cómo actuar. Es más un show de telivisión tipo Cristina o Primer Impacto pero disfrazado de una supuesta objetividad.

El truco es verdaderamente muy sencillo. Andrés Oppenheimer es especialista en dos cosas, coleccionar todas las encuestas o rankings en donde esté contenida su forma de ver las cosas, y segundo viajar a los países asiáticos y prestar atención a cosas realmente muy superficiales, y hasta carentes de sentido, como por ejemplo, los billetes de Singapur. Esto se mezcla muy bien y se presenta como muy objetivo, es decir como carente de ideología, y se presenta como una ciencia.

Entonces una de sus principales preocupaciones es la escacez de competitividad de la educación en Latinoamérica. En primer lugar la competitividad es un valor de los ideólogos del libre mercado, y no todos los gobiernos comparten esa visión. La educación es vista como inversión para atraer empresas extranjeras, es decir para agradarle a los dueños del capital, por eso Oppenheimer acude a los informes PISA.

Este informe presenta la competitividad de los sistemas educativos del mundo. Se pretende que nuestros países acepten los dictámenes del BM y otras organizaciones financieras interesadas en inmiscuirse en la política interna de nuestros países. Pero Andrés Oppenheimer presenta el informe como si fuera una verdad absoluta, y critica a los países por estar mal situados en el ranking.

Este ranking cuyos fundamentos son ideológicos, Andrés Oppenheimer los presenta como si fueran un gran descubrimiento científico. Además es más fácil de entender  para los consumidores mediáticos que prefieren información fácil de entender y no ponerse a pensar si es verdad lo que les dicen. Como esta existen otras formas de persuadir al consumidor mediático.

Estas son algunas formas de cómo la ideología es vebdida como una ciencia en las cadenas de televisión. Nunca se cuestionan los datos, solo se aceptan y se convierten en verdades absolutas. El consumidor acostumbrado a no pensar y guiarse por lo que la televisión dice, alegremente cree estar aprendiendo mientras se entretiene, pero en realidad solo lo están manipulando. Esta es una poderosa arma no sólo de manipulación, sino de desinformación al servicio del capital.

Una de las características más interesantes de los fundamentalistas de mercado, es que creen ser muy democráticos. Es decir ellos sí respetan la libertad, mientras gobiernos como el de Hugo Chávez o Daniel Ortega no lo hacen. Sin embargo para ellos la libertad significa que un pequeño grupo de empresarios controlen todo, es decir: cadenas de televisión, periódicos donde censuran a quién no piense como a ellos conviene, radio, etc.

Para los fundamentalistas de mercado como Andrés Oppenheimer, los periodistas de la CNN en español, o los periódicos y monopolios informativos latinoamericanos la libertad consiste en que ellos controlen toda la información, pero que los gobiernos no puedan interferir en ello. El consumidor mediático es educado por estas cadenas para ser dependiente de su información, que sea incapaz de tener un criterio propio, pues sólo existe una versión de los hechos.

Entonces de esta manera aprovechan la oportunidad para que la gente aprenda a tener una buena idea de los países o gobiernos que son publicitados abiertamente como "buenos" y una mala imagen sobre los "malos". Esto ya está preconcebido y las cadenas no permiten que las personas se informen, realmente sólo son manipuladas por la televisión. Otro de los fenómenos es la pereza intelectual, la televisión acostumbra a la gente a no pensar.

Realmente si en Guatemala y otras regiones latinoamericanas fuésemos una sociedad más culta, estaríamos acostumbrados a no depender sólo de las noticias que ofrece la televisión, que son bastante vacías de contenido. Hoy en día estar "informado" es una tarea quizás mucho más difícil que antes aunque ustedes no lo crean. Hoy en día existe mucha información, pero muy pocos datos fiables, hasta las encuestas o datos duros corresponden a concepciones ideológicas preconcebidas.

Por esta razón no podemos creer todo lo que las encuestas nos dicen. Datos sobre la competitividad a apertura económica corresponden a planteamientos ideológicos, no tienen nada que ver con la objetividad ni mucho menos con la ciencia. Debemos prestarle atención a datos sobre el desarrollo social, como salud, educación(pero no los informes PISA), desarrollo científico(pero no el ranking de las mejores universidades), deporte, arte, etc.

Las prioridades de la sociedad deben ser esas. No importa si el gobierno es de izquierda, derecha, proimperialista, antiimperialista, pro libre mercado, anti libre mercado, lo importante son los indicadores de bienestar social, lo referente a la calidad de vida de las personas. Además la verdadera democracia no puede lograrse cuando el gobierno controla los medios de comunicación como sucede en Cuba, pero tampoco cuando un grupito de empresarios hace lo que le da la gana como en la mayoría de países latinoamericanos.

Desafortunadamente hoy la libertad de expresión tiene que ver con la no intromisión del gobierno en los medios, dejando que sólo un pequeño grupo de empresarios millonarios defiendan sus intereses y persuadan a la población a pensar como ellos; a esto le llaman libertad. Entonces estos datos en vez de ciencia son una propaganda ideológica, que busca manipular, engañar, pero que el consumidor en la mayoría de casos no se da cuenta.






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